Lo que nos dice un cheyenne, Richard E. Littlebear, sobre las lenguas indígenas

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 (foto tomada de aqui)

Richard E. Littlebear es un indígena Cheyenne, doctor en lingüística, que habla sobre la situación de las lenguas indígenas en los Estados Unidos y su condición de lenguas minorizadas por el inglés. Lo que nos cuenta es muy cercano a lo que ocurre en espacios como el nuestro y he creído pertinente postearlo y traducirlo.

Nuestras lenguas nativas americanas han sido orales desde tiempos inmemoriales. Algunas de ellas se han escrito en los recién en lo últimos tres siglos. Debemos recordar nuestra tradición oral a la hora de enseñar nuestras lenguas.

A veces negamos esta tradición oral y seguimos ciegamente el único modelo de enseñanza de lenguas que conocemos: la forma en la que nos enseñaron inglés, con su gran énfasis en la gramática. Enseñar nuestros idiomas como si no tuvieran una tradición oral es un factor que contribuye al fracaso de los programas de enseñanza de idiomas nativos americanos, así que ahora tenemos lo equivalente a una tradición del fracaso.

Probablemente debido a esta tradición del fracaso, nos entusiasmamos con cualquier cosa que parece que preservará nuestras lengua. Como resultado, ahora tenemos una letanía sobre lo que habíamos visto como el único íten que salvaría nuestras lenguas. Único ítem que es rápidamente reemplazado por otro

Por ejemplo, alguno de nosotros dijo: “Pongamos nuestros idiomas por escrito” y lo hicimos y nuestras lenguas nativas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Hagamos diccionarios para nuestros idiomas” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Formemos lingüistas entrenados en nuestras lenguas” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Entrenemos en lingüística a nuestra propia gente, hablante de nuestras lenguas”, y lo hicimos y aun así nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Solicitemos una subvención federal para la educación bilingüe” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Dejemos a las escuelas enseñar nuestras lenguas” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Desarrollemos materiales culturalmente relevantes” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Utilicemos a los mejores hablantes de nuestras lenguas para que las enseñen ” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Grabemos a los ancianos hablando nuestros idiomas” y lo hicimos, y aun así nuestras lenguas nativas seguían muriéndose.

Luego dijimos: “Hagamos videos de nuestros ancianos hablando nuestras lenguas realizando actividades de nuestras culturas culturales” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose

Luego dijimos: “Pongamos a nuestros hablantes nativos en CD-ROM” y lo hicimos y nuestras lenguas seguían muriéndose

Finalmente, alguien dirá, “Hagamos congelar a los pocos hablantes que nos quedan, de manera tal que cuando la tecnología avance, los hablantes puedan ser revividos y nosotros tendremos hablantes de las lenguas nativas”, y lo haremos y estos sujetos resucitados despertarán en un mundo distante en el futuro, donde serán los únicos hablantes de sus lenguas porque entonces todos los otros hablantes de sus lenguas habrán desaparecido y ninguno los entenderá. En esta letanía, hemos visto cada ítem como el único que salvaría nuestras lenguas — y ellas no se han salvado

Claro está que el recurso de la criogenia y el congelamiento son medidas desesperadas. El punto es que, a pesar de los avances en los métodos de enseñanza y en la tecnología y nuestra creciente dependencia de ellos, nuestros idiomas todavía están muriéndose. También parte de esta muerte es causada por el constante desgaste de los hablantes nativos. Nuestras lenguas tienen pocos recursos, como el nacimiento, para reabastecerse de hablantes nativos, y aun el nacimiento está fallando porque no estamos enseñando a nuestros recién nacidos a hablar sus idiomas nativos.

Otros idiomas americanos son perpetuados por el influjo periódico de los inmigrantes hacia los Estados Unidos. Nuestras lenguas tienen el lujo de este influjo porque en ninguna parte de este mundo, por ejemplo, se habla el Athabascan Gwich’in. Esta falta de influjo pone a nuestras lenguas en una posición única y vulnerable. Son únicas porque representan un microcosmos completo con su propia lingüística, cosmovisión, espiritualidad, ética y comunidad de hablantes. Son vulnerables porque existen en el macrocosmos del inglés y su impresionante capacidad para desplazar y eliminar a otras lenguas.

Para revertir la influencia del inglés, las familias deben rescatar su legítima posición de ser las primeras maestras de nuestras lenguas. Ellas deben hablar nuestros idiomas cada día, en todo lugar, con todos, en todo lugar. Pero si van a relegar a las escuelas su responsabilidad de enseñar, entonces deben apoyarlas. Deben estar seguros de que las escuelas usan métodos de enseñanza basados en lo oral. Debemos usar todos los ítems s (excepto la congelación instantánea) de la letanía por preservar nuestras lenguas en ves de fijas todas nuestras esperanzas en uno solo.

Eso quiere decir que debemos saber dónde cada ítem es apropiado. Saber cuál es el lugar apropiado, a menudo depende de saber cuánta pérdida ha habido en el grupo que habla esa lengua. Por ejemplo, en un lengua que es sólo hablada por personas mayores de 60 años puede no ser viable un programa de inmersión en esa lengua. La razón es que la resistencia que se requiere para enseñar la lengua puede ser demasiada para un grupo con esa edad

El ejemplo anterior nos muestra por qué debemos seguir discutiendo sobre los temas relacionados al los esfuerzos para preservar las lenguas nativos americanas y las nativas de Alaska. Estos temas están siempre cambiando y debemos estar al día en ello para mantener un alto nivel de esfuerzo en la preservación de la lengua.

Debemos abandonar la etapa de autovictimización y dejar de señalar a la Oficina de Asuntos Indígenas, las escuelas misioneras, los medios de comunicación y las escuelas públicas como la pérdida de nuestras lenguas Aunque no nos equivocamos cuando los culpamos de la pérdida de nuestras lenguas, es un hecho que ellos no nos van a ayudar a revivir o preservar nuestras lenguas. Ellos no tienen ningún interés en los esfuerzos por preservar nuestras lenguas. De hecho, ellos están muy cerca al lograr el interés que tienen: matar nuestras lenguas.

Entonces, la responsabilidad por salvar nuestras lenguas es nuestra y solo nuestra; somos la generación fundamental porque probablemente somos la última generación de hablantes que puede bromear, conversar sobre tópicos altamente técnicos, articular dolor profundo psíquico y también discutir sobre estrategias curativas sin recurrir al inglés.

Conclusión

Nuestras lenguas nativas americanas están en el momento penúltimo de su existencia en el mundo. Es la única y última vez que tendremos la oportunidad de salvarlas. Debemos continuar promoviendo los programas exitosos a a través de Alaska y el País Indígena.

Debemos dejar de lamentarnos eternamente y de catalogar continuamente las causas de la muerte de la lenguas, en lugar de ello debemos ocuparnos de eses asuntos aprendiendo de los éxitos que hay en los esfuerzos de preservación de lenguas.

Si nosotros no hacemos nada, entonces podemos esperar que nuestras lenguas hayan muerto al fin del próximo siglo. Y ese margen de tiempo podría ser optimista si es que no hacemos nada por preservar nuestras lenguas.

Se abrirá un gran vacío en el universo que nunca podrá llenarse cuando todas nuestras lenguas mueran.

Un horrible día hace 1,600 años, la sabiduría de muchos siglos se levantó en llamas. La gran biblioteca en Alejandría se quemó abajo, una catástrofe en ese entonces y un símbolo para todos los tiempos de la vulnerabilidad del conocimiento humano…

Hoy, de modo casi desapercibido, los extensos archivos del conocimiento y de la experticia se están derramando en el olvido, dejando a la humanidad e el peligro de perder su pasado y quizá de comprometer su futuro también.

Cuando desaparece una lengua, el conocimiento tradicional tiende a desaparecer con él.

E Linden, , Lost Tribes, Lost Knowledge.


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3 Responses to Lo que nos dice un cheyenne, Richard E. Littlebear, sobre las lenguas indígenas

  1. txerra dice:

    La conclusión es transmisión familiar y uso en la comunidad cercana. Ya lo decía Fishman…..

    Lo he llevado a mi blog. Eskerrik asko

    http://www.blogak.com/garaigoikoa/txeieneak-eta-txireneak

  2. ANA JARAMILLO dice:

    Admiro muchisimo su forma de vida me gustaria saber más, me consta que hay muchos a los que tambien les fascina y no precisamente en su tierra, ellos son un ejemplo viviente para preservar la naturaleza y la vida en nuestro planeta.
    Escribir historias, divulgar costumbres, editar publicaciones, Autores y obras, ponerlo de moda.
    Parece como si solo existiera una mentalidad en el mundo (la angloamericana), pero somos muchisimos más,un europeo ni se asemeja a ellos somos más abiertos a todo conocimiento, somos más tolerantes, más democraticos.
    Constantemente somos asediados por mensajes estupidos, cambiemos esos mensajes y cambiaremos las mentalidades.
    Los niños juegan con video juegos inventados, con nombres ficticios, con lenjuajes que no existen, ¿a quien le interesa, que eso sea asi?
    Vivimos una epoca de mucha incultura, pero con mucha facilidad para divulgar cualquier cosa. Hagamos algo bueno.

  3. Piedad dice:

    Nuestra lengua nativa aquí en nuestro país está en peligro, pero como bien lo mencionan nuestros autores o activistas a esta problemática “Dejemos de lamentar”, impulsar como educadores nuestro currículo, MOSEIB a fin de poner en práctica en nuestros niños/as adolescentes y la familia ecuatoriana en general. A futuro tener dos lenguas aplicando equitativamente en las instituciones educativas.

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