
El punto 9 de las Conclusiones generales del Informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) consigna:
La CVR ha constatado que la tragedia que sufrieron las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, quechua y asháninka, campesino, pobre y poco educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello delata, a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes en la sociedad peruana a casi dos siglos de nacida la República.
El hecho de poner esta cita no es el de llamar la atención sobre el calificativo “poco educado” sino recordar que el mayor número de víctimas estuvo en quienes tenían en el quechua o en el asháninka su lengua materna. Lo que les tocó a los pueblos indígenas durante el conflicto fue terrible. Carlos Iván Degregori ha señalado que “si la violencia hubiera tenido en todo el territorio nacional la misma intensidad que tuvo entre los asháninka, hubieran muerto alrededor de 2 millones de peruanos y peruanas. Un verdadero holocausto.” El no ser concientes de nuestra diversidad nos ha llevado a situaciones dolorosas. Si no queremos que se repitan esas historias de dolor es impostergable “una meta general, que es la edificación de un país que se reconozca positivamente como multiétnico, pluricultural y multilingüe” (Comisión de la Verdad y de la Reconciliación). El reconocimiento de la diversidad lingüística y el reconocer que las distintas lenguas que se hablan en un territorio están en pie de igualdad es, sin duda, un paso importante y ese paso se ha dado en Ayacucho donde se reconocen como oficiales al asháninka y al quechua. Sobre esto nos habla Manuel Valdivia. Lee el resto de esta entrada »
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Escrito por Nila Vigil 