La responsabilidad del lingüista con la comunidad de hablantes

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La semana pasada se llevó a cabo en la PUCP el IX diálogo de estudiantes de lingüística (recuerdo que el primero se hizo cuando yo era estudiante, en 1987 y creo que los organizadores fueron Rafo Dumett, Michelle Montauban y Jorge Pérez). Me invitaron a un conversatorio que tenía como título: “La responsabilidad del lingüista con la comunidad de hablantes.” Debo decir que el título me dio miedo pero, bueno, se me explicó que se lo que se buscaba era hablar sobre los lingüistas que hacen trabajo de campo en comunidades amazónicas y que compartiría la mesa con Roberto Zariquiey (desde Australia, vía teleconferencia) y con Napoleón Chimanga. Acepté ir.

Como se trataba de un conversatorio, se me ocurrió presentar algunas ideas que sirvan como “piezas” para armar el diálogo. Aquí las comparto con los lectores del blog.

Pieza número 1: ¿con qué propósito la lingüística y para quién?

Kathleen Gough era una antropóloga que denunció las relaciones entre la antropología y los proyectos coloniales al punto tal que, en el contexto de un fuerte cuestionamiento a la responsabilidad política de la antropología, publicó un artículo titulado: “La antropología: hija del imperialismo” que puso en tela de juicio la pretendida objetividad científica, políticamente neutra de la antropología y alertó sobre el rol de agente del imperialismo que podía tener esa disciplina. No viene a cuento aquí detenerme en ese punto (quien quiera saber más, pues puede consultar la bibliografía que hay sobre el asunto), más bien me interesa llamar la atención sobre esta cita, producida por Gough en 1967:

Toda ciencia deviene moral y socialmente sinsentido o dañina, si sus habilidades y conocimientos no son periódicamente referidos a la pregunta: ¿Con que propósito la ciencia y para quién? Si nosotros dejamos de lado esta interrogante, abandonamos la búsqueda de sabiduría y renunciamos a ser intelectuales en el sentido significativo del término. Con la perdida de responsabilidad para nuestro aprendizaje, dejamos también de ser sociales, y por consiguiente humanos”

Estas frases de Gough me parecen por demás válidas y creo que, parafraseándola, la pregunta “con qué propósito la lingüística y para quién” nos puede servir como el punto de partida para pensar sobre la responsabilidad de los lingüistas con las comunidades con las que trabajan. Si vamos a una comunidad indígena, no podemos pretender, creo, una posición neutral ante lo que vemos sino que debemos tomar posición y, más aún, siguiendo a van Dijk, situarnos en una perspectiva de disentimiento, de contra-poder; […] de resistencia y al mismo tiempo de solidaridad.

Voy a presentar unos ejemplos de relaciones entre los lingüistas y las comunidades indígenas:

Pieza número 2 : el trabajo del ILV

En el Perú los primeros lingüistas que fueron a trabajar a la Amazonia fueron los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) a raíz de un convenio firmado entre este organismo y el estado peruano en 1945. Al ILV le debemos las primeras gramáticas y alfabetos de muchas lenguas indígenas y las primeras escuelas de Educación bilingüe en la Amazonía Peruana

Me interesa ahora compartir lo que nos dice un awajun, Julián Taish sobre el ILV:

Y no es simplemente creer que los del ILV tuvieron el interés de impartir la enseñanza en lengua materna de los niños, y gradualmente, se iba introduciendo la enseñanza del castellano como segunda lengua, para que posteriormente les sirviera como medio de comunicación con otras culturas. En el fondo el interés era de “civilizar” a los indios para las futuras incorporaciones a la sociedad “nacional”, para cuya ejecución buscaron como candidatos a los propios indígenas capacitándolos en Yarinacocha con criterios pedagógicos. Los candidatos no solamente fueron capacitados en el campo pedagógico, sino en diferentes campos (salud, agropecuaria, y también fueron predicadores de la Biblia) […] Los miembros de ILV, quienes conducían el proyecto, fueron preparando el campo para el beneficio institucional y aprovecharon de recoger informaciones y escribir en castellano y en inglés las costumbres de los indígenas (lengua, costumbres, historia, bailes, credos etc.), considerándolos como una reliquia del pasado. Sus lenguas sólo sirvieron para traducir la Santa Biblia, y fueron introducidas en las escuelas para que los niños aprendan los mensajes bíblicos. Además, los indígenas asumieron el papel de informantes de sus conocimientos y sus sabidurías, y pese a ello fueron excluidos de su cultura y condenados a su desaparición como pueblo.

Pieza número 3: Daniel Everett y los piraha

El año pasado aparecieron artículos que daban cuenta de los hallazgos de un lingüista, Daniel Everett , sobre la lengua de un pueblo indígena brasileño: los piraha. Se decía que la lengua de los piraha ponía en duda los postulados de la gramática universal. Se presentaba la lengua como una rareza:

Los Pirahã no sólo carecen de números en su idioma, sino de cualquier término que implique contar, es decir, no hay palabras para “todo”, “cada”, “mayoría” o “algunos”, etc. Es más, a petición de los propios indios, los Everett (se llevó a toda su familia a convivir con la tribu) trataron de enseñarles durante más de un año a contar hasta diez en portugués, para así facilitar sus relaciones con los comerciantes del río, y tras ocho meses de intentos los nativos lo dejaron por imposible porque ninguno fue capaz de contar hasta tres o ni siquiera sumar uno más dos.
Carecen de tiempos verbales y no tienen ni ficción. La ausencia de tiempos verbales, de pretéritos o futuros, influye probablemente en la ausencia de cualquier conciencia histórica, en la inexistencia de cualquier dios o mito de la creación, y hasta en la formación del sistema de parentesco más simple jamás documentado. Según Evertt no hay entre los Pirahã memoria individual o colectiva más allá de dos generaciones y ninguno es capaz de recordar los nombres de sus cuatro abuelos.

Las afirmaciones de Everett han sido cuestionadas y se ha dudado sobre la validez de su análisis y, claro, Everett se ha defendido. No es mi intención hablar aquí de las hipótesis de Everett sino de cómo se ha presentado a la  la lengua piraha. Creo que se ha hablado del  piraha como si fuese «una rareza».  Algo así como un eslabón perdido de las lenguas. No es el piraha la única lengua que no tiene términos para los números. Muchas lenguas indígenas son así. Pero de allí a decir que por ello no sean capaces de contar o “siquiera sumar” creo que hay un abismo. Es más, una investigación reciente con niños australianos, realizada por el profesor Brian Butterworth del University College London sostiene lo opuesto a lo que dice Everett:

El estudio constató que los niños de cuatro a siete años de dos comunidades aborígenes presentan un «sistema innato» para contar, aunque sus lenguas solo tienen palabras para «uno», «dos», «pocos» y «muchos». Recientemente se ha recuperado una forma de determinismo lingüístico que afirma que se requieren palabras para que los niños desarrollen conceptos numéricos por encima de tres; esto es, para poseer el concepto de ‘cinco’ necesitas una palabra para ‘cinco’ .Sin embargo, nuestro estudio de los niños aborígenes sugiere que tienen un sistema innato de reconocimiento y representación numérica y que la falta de vocabulario para los números no les impide realizar tareas aritméticas.»

Pieza número 4: el trabajo de Kenneth Hale en el MIT

En una entrevista a Chomsky en Venezuela, se le preguntó sobre la pérdida de las lenguas y si es posible revertir esta situación. Chomsky dijo que sí, que se puede hacer mucho:

Le hablaré de un logro espectacular que está sucediendo aquí y puede reproducirse. Tuvimos un lingüista maravilloso llamado Kenneth Hale, quien por desgracia, murió recientemente. Entre otras cosas estudió los idiomas indígenas de Australia, del suroeste de Estados Unidos, de la Costa Atlántica de Centroamérica y muchos otros lugares. Trajo gente de las comunidades indígenas del suroeste –Hopis y Navajos- a estudiar a MIT, sin tener mucho entrenamiento y logró que se graduaran como lingüistas profesionales. Comenzaron a trabajar con sus propios idiomas y, por supuesto, superaron el trabajo de los antropólogos o lingüistas, porque conocían su idioma y tenían el conocimiento teórico. Uno de estos casos pertenece a una indígena Wampanoag, Jessie Little Doe, quien se encuentra aquí en Boston. El Wampanoag fue uno de los idiomas principales que se hablaron en este barrio, antes de la llegada de los colonos ingleses. Hubo grandes masacres, pero todavía los vestigios de su cultura permanecen. El idioma no se hablado en 100 años, pero Ken Hale, junto con Jessie y una pareja de estudiantes lo reconstruyeron a partir de textos antiguos, comparándolo con idiomas similares. Jessie Little Doe lo aprendió y su bebé, que ahora tiene 3 años, es un hablante nativo del Wampanoag el primero en cien años. Ahora están surgiendo otros casos y la comunidad se ha interesado, así que se está extendiendo.

Sin duda, sabríamos mucho más de las lenguas amazónicas si es que fueran estudiadas por lingüistas indígenas hablantes de esas lenguas.

Pieza número 5: a una comunidad indígena nos debemos acercar con respeto

En un libro reciente, Juan Carlos Moreno Cabrera nos dice que una de las características de la peligrosa ideología nacionalista es la de concebir su lengua, cultura, religión como superior a las demás que considera primitivas, menos desarrolladas, atrasadas, etc. Para ejemplificar esta postura nacionalista, Moreno Cabrera nos cita lo que sobre los yaguas dijo el ex director de la RAE, Manuel Alvar en 1977:

«Porque los yaguas carecen de un desarrollo cultural capaz de generar nuevas formas de cultura; vegetan y, poco a poco, se empobrecen hasta límites increíbles. Por eso, apenas si saben algo de cualquier cosa: ignora la dispersión de su etnia; reaccionan considerando su modalidad lingüística como la mejor, porque es la única que conocen; no saben nada de otros pueblos indígenas por más que los tengan harto próximos; creen que su lengua vale para todo, porque ignoran cuanto les rodea. Si acaso un individuo es capaz de romper la membrana que los aísla, su postura es radicalmente opuesta a la de su tribu. Las pocas ideas que poseen, son ideas superpuestas…”

Esta cita evidencia el etnocentrismo de Alvar, que no duda en clasificar de inferior a una lengua y a una cultura diferente a la suya. La intención de presentar este pasaje es llamar la atención sobre todo lo que se puede perder un lingüista que se acerca con esa actitud de desprecio a una comunidad.Si se piensa como el señor Alvar de los miembros de una cultura diferente, no se considerará que se pueda aprender algo de ellos y, claro, nada se aprenderá. No se llegará a conocer nada de esa cultura, se perderá la oportunidad de ver que hay más de una forma de entender las cosas y de crecer como personas.

9 Responses to La responsabilidad del lingüista con la comunidad de hablantes

  1. Susana dice:

    Nila, con el asunto de la lengua y los número le das la razon a Piaget: el lenguaje es un vehiculo para el pensamiento, ayuda, pero el pensamiento es anterior al lenguaje y viene de la acción. El concepto de número se puede lograr sin la palabra precisa para los numerales. Muy buen artículo! Lo voy a comentar con mis alumnos (me falta comentarte el que me enviaste a mi correo).

  2. Me parece muy interesante la intervención. Es cierto que el etnocentrismo ha sido un velamen que oculta la realidad ajena. Comparto pues esta preocupación. Aunque me parece que es muy precipitado dar como probado la existencia de conceptos o capacidades innatas. Los conceptos se crean paulatinamente dentro de la actividad, pero esta actividad sola no crea todavía el concepto. En realidad, la no existencia en una lengua de términos y categorías de números similares o parecidos a los de la lengua del «explorador », no significa inexistencia de medios expresivos propios para comunicar lo mismo o más o menos lo mismo.

    Existen muchos pre-conceptos prácticos, es decir abstracciones de nuestras acciones, que no son aún conceptos pues sin la palabra que los fije, sin el significado que cristalice los rasgos esenciales de la cosa, es imposible socializar la experiencia, es imposible comunicar. Al mismo tiempo, la cuestión de la expresión abstracta, es decir, de la formulación de conceptos, es una actividad que se aprende y se aprende de otros, en la comunidad. Si en la comunidad no existe la necesidad de esta forma de pensar, no hay por qué buscarla.

    Los que usamos este tipo de pensamiento, lo consideramos superior y obligatoriamente universal. Sin darnos cuenta que esta capacidad es histórica. Lo que significa que ha evolucionado en el tiempo. Incluso cambia en la vida de los individuos. Algunos hablan de esto usando los términos de filogenia y ontogenia. Es natural que no acepte esta terminología.

    Por otro lado, en la vida concreta de algunos grupos sociales no existe la necesidad para contar, por lo menos para enunciar de alguna manera el resultado de algú cómputo. Las lenguas acompañan a la comunidad en sus necesidades comunicativas. No se trata pues de un atraso lingüístico, sino que de ausencia de esa necesidad. Ahora bien, ¿podemos tener una valoración sobre las condiciones de vida de esas comunidades? ¿Podrán ser neutras nuestras apreciaciones? En esto ya no estamos haciendo lingüítica, ni antropología. Simplemente opinando, dando una apreciación a partir de escala de valores que nos dicta nuestra condición.

    Las declaraciones de Alvar me parecen escandalosas. Alvar adopta la misma actitud que se ha puesto a denunciar en otros. Incluso es posible que tenga razón en lo que denuncia. Me refiero cuando afirma que los yaguas «reaccionan considerando su modalidad lingüística como la mejor, porque es la única que conocen; no saben nada de otros pueblos indígenas por más que los tengan harto próximos; creen que su lengua vale para todo, porque ignoran cuanto les rodea ». Esto le ocurre a un sinfin de pueblos, entre ellos al pueblo más rico del mundo. Lo inadmisible es el desprecio que se nota en sus palabras, su desprecio a la dignidad humana de los yaguas.

    Perdón por el carácter anárquico de este comentario. En todo caso, me parecen muy acertadas tus reflexiones.

  3. Me parece interesantísimo lo que escribes en este post Nila. Siempre es un gran problema evitar caer en las garras en etnocentrismo o, siquiera, en la idea de ver algo es «extraño» o inusual.

    Sin embargo, en términos puramente estadísticos, si Everett tiene razón sobre el Piraha, no hay otro adjetivo más objetivo que «exótico», «raro», «inusual» y hasta «insólito». No encuentro yo nada de malo en ver a una lengua así si se logra probar que sus rasgos son tan singulares como Everett propone.

    Ahora, que partir en la investigación pensando que las lenguas son «exóticas» y que todo lo que en ellas hay será exótico es un problema metodológico y teórico. Lenguas como el Inglés o e; español son igualmente exóticas en lo que hacen o dejan de hacer en consideración con otras lenguas. Pero eso igual que decir que una lengua OSV es rara comparada con las SVO o SOV (y por supuesto que son raras y como tal deben ser estudiadas especialmente porque pueden decirnos mucho sobre la evolución de las lenguas, etc.). A veces, decir que una lengua es insólita puede ser una descripción precisa, siempre y cuando vaya acompañada de pruebas.

    «Sin duda, sabríamos mucho más de las lenguas amazónicas si es que fueran estudiadas por lingüistas indígenas hablantes de esas lenguas» dices y tienes mucha razón. Parte importante de la revitalizacion de cualquier lengua es darle a sus hablantes las herramientas para describirlas y organizarlas en gramáticas y diccionarios. Eso debería ser una prioridad de las políticas educativas.

    El único punto que me parece debatible (aunque no significa que es’te del todo en desacuerdo) es la idea de «¿para quién la lingüística?» La ciencia tiene una función: servir a la humanidad, ayudar a su progreso (mejorar sus condiciones de vida de modo sostenible, no la idea de «progreso» que se le quiere embutir a todos a la fuerza). Cómo la ciencia lingúistica cumple esa función es preocupación de la lingüística aplicada. ¿Cuándo cumple la lingüística su función humana? Eso no se sabe hasta que algúno de los conocimientos alcanzados teórica y experimentalmente coinciden con las necesidades de una sociedad/cultura. Por eso el fin de la lingüística, como cualqueir otra ciencia, debe ser estudiar absolútamente todos lso fenómenos posibles, desde todas las perspectivas posibles. Si se pueden aplicar o no, eso no es, en principio, algo que deba motivar siempre la investigación lingüístico-teórica. Si lo hace, me parece excelente porque tiende puentes con el trabajo aplicado de otros lingüistas. pero no veoque sea un imperativo moral o algo por el estilo. En el fondo, para mí, tan humanista es la persona que se mata estudiando en su escritorio los resultados que trae un lingüista de campo para determinar las relaciones tipológicas entre lenguas con ergatividad escindida, como el que busca la mejor manera de enseñar ese tipo de lenguas. Ambos están motivados por la idea de que el saber de la humanidad es intrínsecamente valioso: uno quiere ahondar en ese conocimiento, el otro quiere aplicarlo. Y cada uno aprende del otro. Así lo veo yo: la ciencia no debe tener límites en sus intereses, por más «abstractos» o «de gabinete» que le parezcan a los que hacen educación u otras ciencias aplicadas. Uno nunca sabe cuando ese rollo «inservible» termina siendo crucial para entender mejor al ser humano.

  4. Nila Vigil dice:

    Hola a los tres y muchas gracias por comentar.

    Susana, muchas gracias por las precisiones sobre relaciones lenguaje pensamiento planteadas desde la psicología.

    Carlos Abrego, en una alegría tenerte por acá. Yo voy siempre a tu blog. Me gusta mucho. (Y celebro el carácter anárquico de los comentarios, así que no hay porqué pedir disculpas. Al contrario) En cuanto a las cuestiones innatas, no creo que sea precipitado aceptarlas, pero reconozco que es un asunto que seguirá causando muchas polémicas.

    Carlos Molina, no sé, quizá yo sea demasiado sensible y por ello me choque la manera en la que se habla de los pirahas y su lengua. En todo caso, dada la historia de racismo y discriminación de las que han sido objeto «los otros» yo preferiría (si las hipótesis de Everett fueran ciertas) llamarlas «diferentes» y no «exóticas» Además, muchas de las cosas que Everett señala como rareza no me parecen así, por ejemplo a cuestión de los números. Lev Michael señala que en nanti (y en otras lenguas arawak) existen los téminos para «uno», «dos», «bastante» (otros lingüistas han puesto serios reparos a las otras características «raras» del piraha).

    Quizá no he sido del todo clara con la «pieza número uno». Tienes toda la razón en que la ciencia tiene que servir a la humanidad y creo que en esa línea iba la pregunta de Gough que yo me he robado para nuestro gremio. El problema está cuando se pierde la perspectiva y por ejemplo se estudia una lengua para «llevar la palabra de Dios». Creo que la ciencia no debe tener límites en sus interesas siempre y cuando esos intereses se enmarquen en una doctrina de respeto a los derechos humanos. Completamente de acuerdo en que tan humanista es el que en su escitorio estudia un asunto de ergatividad escindida como el que diseña con los profes las capacidades en lengua indígena que se esperan lograr en los niños de tercer grado de la comunidad de Otica. Considero que el trabajo de uno complementa al del otro.

    Un abrazo
    n

  5. teresa dice:

    Excelente post, Nila. Me hubiera encantado estar ahí en la conversa. Pude ver las diapositivas de Roberto, y también me interesó muchísimo el tema que planteó respecto a qué relaciones se establecen entre el lingüista de campo y la comunidad.
    Sobre lo que comentas, me ha interesado muchísimo el artículo de Gough. Acá en el departamento donde estoy, que es básicamente de lingüística teórica (pero con orientación hacia el estudio de lenguas indígenas, por eso lo escogí), tuve una discusión parecida con mi profe de fonología 2 el semestre pasado. Fue una clase en la que habló de la ética académica, la idea era básicamente sobre no falsear los datos, ya que al fin el propósito de la ciencia es contribuir al conocimiento humano. Entonces, yo pregunté «¿y para qué?» O sea, muy bien, queremos avanzar el conocimiento humano pero con qué propósito?? Ese no puede ser el fin, creo. De alguna manera, el desarrollar el conocimiento debe ser con el fin de mejorar las condiciones de vida de la gente (y de los animales). Sino, me parece absolutamente estéril.

    Sin embargo, eso no quiere decir que la lingüística aplicada sea la única que valga, me parece que sí puede haber una complementación paja, como tú dices. Y, por otro lado, más importante me parece que el lingüista o el intelectual en general sea el comprometido, aun cuando tal vez, su trabajo no lo sea tanto.

    Sobre Everett y los Piraha, en realidad, como un amigo de acá me dijo, es la historia de una enemistad, jeje. Su distanciamiento con Chomsky creo que explica mucha de sus últimas afirmaciones sobre el piraha, todo con el fin de «demostrar» que la teoría chomskyana sobre el lenguaje no se puede aplicar a esa lengua. Pero Everett hizo su tesis doctoral aplicando la gramática generativa al piraha, cuando fue visiting scholar del MIT en 1983!!

    Y sí, el hacer ver a una lengua o a sus hablantes como exóticos es una muestra más de discriminación. Y, es interesante también ver que el centro más importante de lingüística teórica (MIT) es el que también se ha preocupado más por formar lingüistas indígenas. Ken Hale fue un abanderado del estudio y la revitalización de las lenguas indígenas, a la par de su trabajo teórico sobre estas lenguas.

    En fin, este es un tema interesantisimo, a ver si lo conversamos en Lima.

    Un beso

    Teresa

  6. Nila Vigil dice:

    Gracias por el comentario, Teresa…
    Sí en verdad esa conversa fue bien paja. Me gustó mucho lo que presentó el Zari, de verdad que me emocionó escucharlo y también aprendí mucho de Napoleón.

    Espero que cuando vengas a Lima podamos, por fin, conversar….

    un beso
    n

  7. Daniel Salas dice:

    Mi preocupación con los piraha no era lo exótico de su lengua, sino que, si era verdad lo que se decía de ellos, el innatismo estaba en duda. Esto porque yo entendía que no solamente los piraha carecían del concepto de número superior al tres, sino porque además había leído que eran incapaces de aprenderlo. Afortunadamente, por lo que tú misma explicas, eso no es así. Hay un error de enfoque (lo comenten mucho los no lingüistas) en el que se supone que porque no hay una palabra patrimonial en una lengua, eso significa que el concepto de esa palabra es inimaginable o, cuando menos, difícil de imaginar para el hablante. Esto supone que la lengua determina nuestra manera de pensar. Yo no creo que sea así. Más bien creo que la experiencia y la estructura de la mente determinan nuestra manera de pensar. Por ejemplo, hasta ahora no encuentro un término «castizo» para la palabra «snowboarding». Mis estudiantes siempre me preguntan cómo se dice «en castellano» y yo les respondo que, simplemente, se dice «snowboarding». Entonces la palabra y el concepto sí existen para mí y eso basta. La cantidad de conceptos que desconozco y para los cuales carezco de palabras es infinita. Y esto no se debe a que sea hablante de una lengua exótica sino a que nunca he estado en la necesidad de aprender o usar tales conceptos. Muy interesante lo que aquí expones. Saludos.

  8. Nila Vigil dice:

    Querido Daniel,
    gracias por comentar. Quizá la palabra en castellano será «esnoubordin» (ja).
    cariños
    n

  9. Eduardo Ruiz Urpeque dice:

    Saludos: la pregunta clave (¿Con que propósito la ciencia y para quién?) no siempre recibe respuesta alguna con contenido. Esto es, suele responderse con el clasico: «para si misma». Es decir, la ciencia no tiene porque resolver ningun problema practico, o en todo caso no es ese su cometido.
    Recuerdo un discusion por ejemplo entre filosofos aqui en el Peru a mediados de los 90 y otra en Argentina y America a mediados de los 70 sobre la instrumentalizacion de la filosofia.
    En fin, a mi me parece dificil salir de ese circulo. Yo plantearia el problema recurriendo a lo que Miriam Makeba decia sobre the click song: decia ellos la llaman así «simplemente porque encuentran muy dificil pronunciar Qhongqhonwane». Es decir, el caracter de una ciencia se mediria por su capacidad para decir con exactitud aquello que su objeto es, y eso puede significar mucho mas que datos acertados, puede significar incluso la afirmacion de la precariedad de la ciencia misma.
    Eduardo

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