No voy a hablar de la Doctora Maria Heise, pionera de la Educación Intercultural Bilingüe en el Perú, una de las pocas personas que trabajaron en el asunto por convicción y no por conveniencia, fama y afán por los discursos de reúso tan en boga en la educación de las «poblaciones vulnerables». Voy a hablar de la nonna. La mamá de Claus, la nonna de mis hijas que hoy cumpliría años pero que murió porque las clínicas no sn como deberían ser. Porque son inversamente proporcionales en relación a lo que cobran y el servicio que dan. Es una pequeña notita que le escribo a ella.
Mi querida María,
No quiero hablar de ti en pasado. Porque de alguna manera estás presente siempre. Para bien o para mal. Hoy ya no hubo viaje a las Dunas por tu cumple. Ni habrá reunión con tus amigos en la noche. Ya no los invito. Los invité antes pero no hay otras ocasiones que se acuerden de que esta es tu casa y de que reunirnos sería una manera bonita de traerte con nosotros otra vez.
En la casa ya no se toma vino como antes. Una porque yo lo tengo prohibido, otra porque ya no está la persona que los compraba en cajas. Hoy habríamos hecho una reunión. Tú nerviosa diciendo que no quieres reunión. Yo, impaciente, diciéndote «si no la quieres para qué los invitas». «Yo no los invito, ellos se invitan, no les puedo decir que no vengan.» Al día siguiente, contenta. «Todo salió bien, gracias». Pero eras difícil. Como todos. No eras perfecta. Eras un ser humano. Con virtudes e imperfecciones. Capricornio, carácter fuerte y yo también tengo carácter fuerte (aunque Piscis) por eso chocábamos y por eso también rápidamente nos arreglábamos. Además, teníamos la misma pasión por la Amazonía y por la literatura, también por la buena música. Llorábamos fácilmente. ¿Lo recuerdas?. Somos dos mujeres fuertes y esa fuerza se hacía tensión frecuentemente sin que ello signifique falta de amor. Pero yo recuerdo que tú les comprabas ropa linda a las niñas y yo las dejaba escoger la ropa que quisieran y ellas combinaban con lo que les venía en gana y tú sufrías… Yo pensaba, así irán formando sus propios gustos ¿viste que no lo hice mal? Te acuerdas cuando te desesperabas que Claus y yo no nos arreglemos: «Ustedes se esmeran en verse mal» sentenciabas… Bueno, algún esfuerzo hago en tu honor ahora. Hoy que te dejé flores, por ejemplo, te habría gustado.
No dejes que nadie venga a incomodarnos o a incordiarnos. Ellos no conocen la dinámica de la casa. Vienen de visita, juzgan, se van. Dejan la banderilla, cual torero a su víctima. Esas personas no son tus amigas. Recuérdalo. Los que te quieren, nos quieren. Yo te quiero y te voy querer siempre. A pesar del cigarrillo que agudizaba mi asma. A pesar de las ventanas cerradas. Te querré porque me dices «tesoro», porque sabes cuál es el perfume que me gusta. Porque cuando estaba embarazada de Nicole y me ordenaron reposo absoluto fuiste con el señor Tavera a comparme libros. Por hacerme conocer a Updike, a Naipaul a Arundhati Roy, Pal Bowles, Tabucchi, Coetze, etc.
Te quiero porque cuando hace años en un restaurante italiano pregunté: qué hace una botella de sillao en un restaurante italiano, me dijiste: «tesoro, es vinagre balsámico»
Te quiero porque disfrutabas el espresso como yo y porque cuando ya no podías tomar café me enseñaste a tomar chai te. Que es ahora mi té favorito. Gracias por tu excelente Tiramisú, por tu rissotto, por tu charla amena, cálida. gracias por todo lo que nos diste. Gracias por hacernos disfrutar una vida de lujo en todo el sentido de la palabra. Gracias. Te quise, te quiero y te querré. Espérame que no quiero estar sola cuando me pase al otro barrio.
Tu Nila