Querido amigo:
Hoy he metido tu frazadita, la que quedaba, la del sillón del que te apoderaste, a la lavadora. Olía mucho a ti, tenía unas ganas locas de abrazarla pero me contuve ¿Sabes? tu colchita fue la primera de Nicole, con esa estuvo su cunita cuando llegó a la casa y tu otra frazada, en la que también te amortajamos, la trajo Oriana, era pericoteada de una aerolínea, un poco recuerda de dónde venías, amigo. Eras un chico guapote, que había venido de los bajos fondos, Guapote. Así te decían «guapote» y, en verdad, lo eras. Aunque, debo confesar que cuando Oriana me mostró las fotos de cómo te rescataron, eras un mamarracho, flaquísimo, con las justas te mantenías en pie y con unos tumores enormes, pero te salvaron. Luego te quisieron matar, pero Jimmy te ayudó y te hizo un poco sociable y yo no iba a permitir que te maten porque nadie te quería tener y te traje y aquí llegaste, guapote. Llorabas cuando me iba a la calle, poco a poco te empezaste a acostumbrar a quedarte con los demás y Nicole se iba y como hacía frío, te dejaba abrigadito con su edredón y nos querías más cada día y nosotros a ti y luego creías que como a ti los otros te habían tratado mal y nosotros no, pues ahora te tocaba protegernos a nosotros de todos «los otros» y muchos te tenían miedo, aunque algunos se daban cuenta de que eras un pan de Dios. Había gente a la que querías al toque.
Gracias, mi amigo, por todo lo que me enseñaste, siempre fuiste el mejor, el mejor de todos. Acompañaste a esta familia en todo momento. Qué lindo era cuando te ponías como un caballo loco cuando sacábamos la correa para pasear, saltabas y saltabas. A pesar de que ya no eras un jovencito, te ponías siempre como un niño. Gracias, mi amigo, porque me rescataste de la peor depresión que un ser humano puede tener.Siento mucho no haber estado contigo estos días, no haberte acompañado, haber dejado que te mueras solito. También pienso que nos quisiste tanto que no quisiste darnos ese dolor tampoco. Eras un guapote muy noble. Lo preferiste así. Te amo.