Luisa Abad González es Dra. en Antropología de América, profesora de Antropología Social en la Universidad de Castilla La Mancha donde actualmente imparte la asignatura de Género, Diversidad cultural y Derechos Humanos. Ella trabajó en el Perú, concretamente en la zona awuajún y escribió un libro esencial: Etnocidio y Resistencia en la Amazonía Peruana.
Aquí comparto con los lectores y lectoras de mi blog la presentación que hizo de mi libro.
Notas al libro Reflexiones de Invierno de Nila Vigil
Apreciados lectores, el libro que Nila Vigil nos ofrece hoy es un libro emanado desde la lingüística comprometida. Una visión fresca, directa, clara y precisa de la realidad que acontece en la sociedad peruana actual, pero cuyo análisis y abordaje teórico y crítico es perfectamente extrapolable a otros contextos latinoamericanos y europeos.
La génesis y la perpetuación de la discriminación lingüística que conllevan–irremediable e ineludiblemente- acciones abocadas a la colonización mental o a la “domesticación/alienación” son desentrañadas a la perfección en las páginas de estas “Reflexiones de invierno”. Los análisis de discursos verbales cotidianos particulares o mediáticos que nos presenta Nila son buena muestra de esta lacra que invade nuestras sociedades como es el racismo explícito más flagrante y/o el encubierto.
No hace mucho Survival International (institución no gubernamental que lucha por la defensa de los pueblos indígenas) concedía en agosto del 2009 el premio al artículo periodístico más racista del año a Andrés Bedoya Ugarteche quien calificaba a los indígenas amazónicos en el diario El Correo como de “paleolíticos”, “salvajes” y “primitivos” además de sugerir que la fuerza aérea peruana debía bombardear con napalm a estas poblaciones.
A la prensa española y a los medios de comunicación también se les “escapan” habitualmente términos cargados de violencia simbólica: cuando nos hablan –por ejemplo- de las “oleadas” o “avalanchas” de inmigrantes. Todas ellas aparentes palabras insignificantes que actúan como pequeñas gotas que hacen colmar el vaso de la intolerancia y que son un eslabón más de la férrea cadena que impide brindar a todos los seres humanos por igual sus más elementales derechos.
Porque, el libro de Nila, nos habla de derechos humanos y, entre ellos, el derecho a hablar la propia lengua, el derecho lingüístico emanado desde la equidad de pueblos, el derecho al reconocimiento de una identidad, el derecho a la autoafirmación cultural sin estigmas ni cargas peyorativas.
Y, hablar de derechos humanos es hablar de política; y es aquí donde Nila Vigil pone el dedo en la llaga al brindarnos su análisis crítico sobre el sistema educativo peruano, anclado en viejos patrones etnocéntricos, civilizatorios y discriminatorios hacia los pueblos indígenas amazónicos, andinos y costeños.
Es, en este sentido, que me quito el sombrero ante su posicionamiento valiente como profesional que reconoce abiertamente que no se puede ser neutral. Bien sabe Nila que cuando se está asistiendo a la violación sistemática de estos derechos, cuando se presencian, cuando se convive con las gentes de las comunidades y se percibe y se masca el racismo y la discriminación más impune –como es la acción cotidiana que se vive en una gran mayoría de las escuelas indígenas en Perú- no se puede mirar para otro lado y elaborar un informe técnico “aséptico y políticamente correcto”, es necesario posicionarse, como ella ha hecho y, otros muchos lo hicimos antes, aunque esto significara “nadar contra corriente”.
He visto a los niños de la selva cantar en castellano cientos de veces el himno peruano al formar filas delante de sus escuelas. Ese himno que dice en sus primeras estrofas: “Somos libres, seámoslo siempre, seámoslo siempre…” y esa visión no podía sino dejarme un amargo sabor de boca pues, era una imagen surrealista y absurda dentro de unos territorios azotados por el abandono institucional y la depredación neoliberal más atroz.
Por tanto y, para terminar, las propuestas de cambio y los planteamientos que ofrece Nila acerca de una más eficiente, sana e igualitaria educación intercultural me parecen muy acertados: el fortalecimiento del autorespeto –pues no se puede valorar lo que ni se conoce ni se respeta-; el fortalecimiento de la oralidad y de la transmisión de saberes; la visibilización de conocimientos bidireccionales, es decir, que esa conciencia de autoafirmación cultural se haga no sólo por parte de las poblaciones indígenas sino que sea reconocida e interiorizada por la sociedad nacional a través de las herramientas educativas y sociales culturalmente competentes y adecuadas para ello.
Empezar a trabajar –como apunta Nila- en crear una cultura para la paz –no sólo para la zona amazónica- sino para todo el Perú, pues esa será la única forma de ir cerrando esas heridas abiertas que todos sabemos que existen.
Luisa Abad González.
Cuenca 27 de septiembre de 2011.