
Imagen tomada de aquí: https://www.cric-colombia.org/portal/la-educacion-propia-un-camino-de-la-lucha-y-resistencia/
La interculturalidad transformativa constituye un eje indispensable para la construcción de propuestas pedagógicas contrahegemónicas en el Perú. Como señala López (2020), se trata de una interculturalidad que se construye desde la acción cotidiana y que busca transformar las relaciones de poder en contextos de desigualdad. La experiencia demuestra, sin embargo, que la Educación Intercultural Bilingüe (EIB), al estar diseñada e implementada desde el aparato estatal, permanece limitada y subordinada a los marcos de la política nacional. Por ello, se hace necesario dar un salto cualitativo: pasar de la EIB estatal hacia la educación propia, concebida, gestionada y sostenida por los pueblos indígenas como expresión de su autonomía, sus territorios y sus saberes.
El sistema educativo nacional, construido bajo la lógica de integración forzada y asistencialismo, ha reforzado la dependencia económica y cultural, institucionalizando la desigualdad y colocado sistemáticamente a los pueblos indígenas como “los más pobres del país”. Para revertir esta situación, la educación propia debe plantearse como un proyecto de soberanía lingüística, cultural y territorial.
En este horizonte, la lengua ocupa un lugar central. El derecho a ser educado en la lengua materna no es solo una cuestión pedagógica, sino una afirmación de derechos colectivos. La enseñanza de castellano debe ser abordada como segunda lengua desde un paradigma crítico que no erosione las lenguas originarias. Para ello, resulta clave el enfoque de ecología de lenguas propuesto por Tsuda (2008), que plantea pasar del monolingüismo al multilingüismo, del lingüicidio a la diversidad, del imperialismo lingüístico a la equidad comunicativa. Este paradigma se articula con lo que el propio Tsuda denomina una posición crítica transformativa, necesaria para construir relaciones lingüísticas justas.
La escritura también se convierte en un campo de disputa. No se trata únicamente de alfabetizar en castellano, ni de traducir mecánicamente al idioma indígena, sino de fortalecer los sistemas de escritura y las formas de expresión propias, reconociéndolos como prácticas de poder y autodeterminación. La educación propia, en este sentido, debe abrir caminos para revitalizar tanto la oralidad como la escritura indígena, y asegurar que ambas ocupen un lugar legítimo en el presente y en el futuro.
Por tanto, el desafío actual no consiste en “mejorar” la EIB ni en perfeccionar sus materiales, sino en superar sus límites para construir sistemas de educación propia que sean, al mismo tiempo, raíz y horizonte. Raíz porque se enraízan en el territorio, en la memoria y en la espiritualidad indígena. Horizonte porque proyectan un futuro en el que los pueblos deciden qué, cómo, en qué lengua y para qué educar a sus hijas e hijos.
Solo así se puede hablar de una educación verdaderamente transformativa, aquella que no es impuesta desde arriba, sino tejida desde las comunidades, que afirman sus lenguas, sus visiones y su derecho seguir siendo.
Referencias
Bolaños, G. y Tattay, L. (2015). La educación propia: una realidad de resistencia educativa y cultural de los pueblos. Educación y Ciudad, (22), 45–56. https://doi.org/10.36737/01230425.n22.86
López, L. E. (2020). Desde la acción cotidiana y hacia una interculturalidad transformativa. En D. Quilaqueo, S. Sartorello y H. Torres (Eds.), Diálogo de saberes en educación intercultural: conflicto epistémico en contextos indígenas de Chile y México (pp. 204–221). Temuco: Ediciones Universidad Católica de Temuco. https://www.academia.edu/43990332/
Tsuda, Y. (2008). The hegemony of English and strategies for linguistic pluralism: Proposing the Ecology of Language Paradigm. En M. K. Asante, Y. Miike y J. Yin (Eds.), The Global Intercultural Communication Reader (pp. 167-177). Nueva York: Routledge.
Escrito por Nila Vigil 
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